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lunes, 12 de diciembre de 2011

JUDAS TADEO EL APÓSTOL


SIMON EL CANANEO Y JUDAS TADEO

Simón el Cananeo                                                                                            Judas Tadeo
      Icono                                                                                          Pintura de Anthonis  Van Dyck



JUDAS TADEO
En cuanto a Judas Tadeo, también es denominado por la tradición con dos nombres diferentes: mientras en Mateo y Marcos le llaman simplemente <<Tadeo>>, Lucas le llama <<Judas de Santiago>>.

El sobrenombre de Tadeo es de procedencia incierta y se explica tanto como procedente del arameo Taddà, que quiere decir "pecho" y significaría "magnánimo", o como abreviación de un nombre griego como <<Teodoro>>, <<Teodoto>>.

De él nos han llegado pocas noticias. Juan es el único que señala una petición suya hecha a Jesús durante la Última Cena. Tadeo le dice al Señor: <<Señor, ¿y qué ha sucedido, que vas a manifestarte a nosotros, y no al mundo?>>.

Es una pregunta de gran actualidad, que también nosotros le hacemos al Señor: ¿Por qué el Resucitado no se manifestó en toda su gloria a sus adversarios para demostrar que el vencedor es Dios?  ¿ Por qué solo se manifestó a sus discípulos? 

La respuesta de Jesús es misteriosa y profunda. El Señor dice: << Si alguno me ama, guardará mi doctrina, y mi Padre lo amará, e iremos a él y habitaremos en él>>.

Esto quiere decir que el Resucitado debe ser visto, percibido también en el corazón, de manera que Dios pueda habitar en nosotros. El Señor no se muestra como una cosa. Él quiere entrar en nuestra vida y por eso su manifestación es una manifestación que implica y presupone un corazón abierto. Solo así vemos al Resucitado.

A Judas Tadeo se le ha atribuido la paternidad de una de las cartas del Nuevo Testamento denominadas <<católicas>> porque no están dirigidas a una determinada Iglesia Local, sino a un círculo muy amplio de destinatarios. Está dirigida <<a los que han sido llamados, amados por Dios Padre, y guardados para Jesucristo>> 

La preocupación central de este escrito es poner en guardia a los cristianos ante todos aquellos que pretextan la gracia de Dios para excusar su propia vida disoluta y para descarriar a sus hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia. <<Estos visionarios>>, así los define Judas, y llega incluso a parangonarlos con los ángeles caídos, y con términos duros dice que <<han seguido el camino de Caín>>. Además los cataloga sin empacho como <<nubes sin agua llevadas por los vientos; árboles de fin de otoño, sin frutos, muertos dos veces, arrancados de raíz; olas bravías del mar, arrojando la espuma de sus propias torpezas; estrellas fugaces, para las cuales la lóbrega oscuridad está reservada para siempre>>

Hoy día quizá ya no estamos acostumbrados a usar un lenguaje tan crítico, aunque esto nos comunique algo importante. En medio de todas las tentaciones que existen, con todas las corrientes de la vida moderna, debemos conservar la identidad de nuestra fe.

.... Por otra parte, es necesario tener muy presente que esta identidad nuestra requiere fuerza, claridad y valentía ante las contradicciones del mundo en el que vivimos.

Por eso el texto epistolar continúa así: << Pero vosotros, queridos hermanos, edificándoos sobre vuestra fe santísima, rezando movidos por el Espíritu Santo, conservaos en la caridad de Dios mientras aguardáis la misericordia de Nuestro Señor  Jesucristo para la vida eterna. Compadeceos de los que titubean...>>

La carta concluye con estas preciosas palabras:<< Al que pueda guardaros sin pecado y presentaros inmaculados, jubilosos, ante su esplendor, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Nuestro Señor Jesucristo, gloria, majestad, poder y autoridad antes de todos los siglos, ahora, y por todos los siglos. Amén.

Es evidente que el autor de estas líneas vive plenamente su fe, en la que residen grandes realidades como la integridad moral y la alegría, la confianza y la alabanza, y todo ello es motivado por la bondad de nuestro único Dios y por la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. Por eso Tanto Simón el cananeo como Judas Tadeo nos ayudan a redescubrir una y otra vea y a vivir incansablemente la belleza de la fe cristiana, porque saben dar un testimonio de ella fuerte y a la vez sereno.

(Audiencia general, 11 de octubre de 2006, plaza de San Pedro)



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