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lunes, 12 de diciembre de 2011

LA VIDA DE LOS SANTOS APÓSTOLES - SANTORAL


 

SANTORAL CRISTIANO

LA VIDA DE LOS SANTOS

A lo largo de esta página encontrarás la vida de muchos hombres que han sido elevados a la santidad pública. Ya que como cristianos somos llamados todos a vivir el camino de la santidad, no sólo aquéllos que han realizado una vida pública y cumplido con los distintos requisitos para poder ubicarlos en el Santoral diario cristiano, o lo que se llama el Panteón Cristiano, son los únicos "Santos". Santidad no implica "perfección". La perfección sólo le pertenece a Dios. Los hombres y mujeres somos llamados al camino de la santidad. Y hacia ella caminamos a pesar de nuestros pecados cada vez que al caernos nos levantamos.  Caminar en santidad, es caminar cumpliendo el más importante y el último de los mandamientos que Cristo nos dejó: Amarás a tu prójimo como yo te he Amado. Es decir, entregarás tu vida por amor a los demás, dentro de los límites de cada uno. Alcanzar la plenitud de la santidad es haber logrado hacerlo. 

Los espero para compartir muchas historias conocidas y otras tantas no.

Desde ya que Dios los bendiga en este caminar hacia Él, camino es de santidad. Amén.

LOS SANTOS APÓSTOLES

 LA ÚLTIMA CENA
Pintura - EL GRECO


Cómo este blog, así como Los brazos abiertos del Padre en www.bettinagalo.com tiene que ver con mi propia experiencia de vivir aprendiendo a conocer a Jesús, Cristo, y todo lo que desde Él tiene que ver con poder alcanzar un conocimiento íntimo y personal con Él, es que creí necesario, que para poder hablar de la vida de santidad y conocer a algunos de los miles de seres que han alcanzado la meta y son conocidos muchos y otros no tanto por nosotros como Los Santos (incluyendo a Santas y Santos), dar comienzo con los Santos Apóstoles. 

Y para ello, elegí, de entre mucho material al alcance de mis manos, este libro de Benedicto XVI, Los Apóstoles y los primeros discípulos de Cristo, y compartiendo en mi interior y con mi razón que las palabras aquí dichas y escritas por él, nos ayudan a poder acercarnos a una realidad que es Jesús y el Reino, y cómo quiere que obremos aquéllos que creemos en él y a él, pensé comenzar por la vida de los Doce, y transcribir las palabras de Benedicto XVI, porque, y sin porque, son no sólo de un mayor conocimiento que el que yo pueda seleccionar y dar, sino, que además, nos permiten ver y visualizar la realidad con la que Cristo vivió y Vive hoy y desea vivamos nosotros.

Así me embarco en esta nueva aventura, que es tener la posibilidad de aprender de cada uno de ellos y luego de muchos otros cómo es el Caminar en Cristo. Y por eso, cómo es el camino a la santidad.

Mi asombro al comenzar a transitar este camino, es que en los Santos, y en sus vidas, hay mucho de Leyenda, interpretase, mucho de lectura escrita sobre sus vidas que forman parte más de la mística, que de la realidad de cómo eran y cómo vivieron a Jesús (aquéllos que caminaron junto a Él), y luego aquéllos que su relación es con el Cristo Resucitado a muchos cientos, miles de años de aquél Grandioso y Misterioso Día en que Jesús murió y Resucitó.

Y mi asombro fue para maravillarme, porque, si bien, su Sí a Cristo y al Padre es en una gran entrega a los otros en su afán de transmitir ese amor que reciben de Cristo y por Él del Padre, son y fueron seres de carne y hueso, con defectos y virtudes, con caídas y vuelta a levantarse, con errores y aciertos, con malhumores y con alegrías; en fin, seres "no perfectos", sino humanos, como tú y cómo yo, que en lo que tal vez se diferencian  (tal vez sí y tal vez no) contigo y conmigo, es en la decisión de su Sí, y de la necesidad de permitir que a través de su hacer, pensar, decir, se desborde sobre todo lo creado y los hombres especialmente ese Amor infinito del Padre y de Cristo. Y que así es como sólo se puede dar a conocer el Reino de Dios que ya ha llegado a la tierra y del que tenemos la posibilidad de ser parte, sí, así lo anhelamos y decidimos.

Estos seres -Los Doce- como luego y antes caminaron y alcanzaron la santidad otros muchos, me enseñaron, que lo que tengo que aprender a ver, es que yo, y tú, sin Dios no podemos nada. Que sin Él, fuente de vida eterna, y por tanto de toda vida creada, no podremos alcanzar la vida plena. Y que no es queriendo alcanzar "la perfección" o bien "el cumplir con todos los mandamientos que Dios nos diera a través de Moisés", sino, que es pudiendo vivir el último mandamiento, que es el que en realidad resume la totalidad de los 10 primeros y concluye en un nacimiento nuevo:  "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros." (Evangelio según San Juan capítulo 13, versículos 34-35.

Demos comienzo entonces con Los Doce.

..."Y la señal más clara de la intención del Nazareno de reunir a la comunidad de la alianza, porque en ella se cumplían las promesas hechas al Padre, que hablan siempre de llamamiento, de unificación y de unidad, es sin duda la institución de los Doce. Ya hemos oído lo que nos dice el Evangelio de esta institución de los  Doce. Leo otra vez la parte central: "Y subió al monte y convocó a los que quiso él, y se le acercaron. E instituyó a doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar los demonios. E instituyó los Doce.... Extraído atrevidamente pero conscientemente del libro LOS APÓSTOLES y los primeros discípulos de Cristo, de Benedicto XVI.

Y continua diciendo: " En el lugar de la revelación, "el monte", Jesús, con una iniciativa que pone de manifiesto una absoluta conciencia y determinación, instituye a los Doce para que sean con él testigos y anunciadores de la llegada del reino de Dios. No hay dudas sobre la historicidad de esta llamada, no solo por la antigüedad  y multiplicidad de los testimonios, sino también por la sencilla razón de que allí aparece el nombre de Judas, el apóstol traidor, a pesar de los problemas que esta presencia podía suponer para la comunidad naciente. El número doce, que evidentemente hace referencia a las doce tribus de Israel, revela ya el significado de acción profético-simbólica que está implícito en la nueva iniciativa de refundar el pueblo santo. Una vez que con el paso del tiempo se había erosionado el sistema de las doce tribus, Israel esperaba su reconstrucción como una señal de la llegada del tiempo escatológico (piénsese en la conclusión del libro de Ezequiel. Al elegir a los Doce, introduciéndoles en una comunión de vida consigo mismo y haciéndoles partícipes de su misión de anuncio del reino con palabras y obras, Jesús desea comunicar que ha llegado el tiempo definitivo en el que se constituye de nuevo el pueblo de Dios, el pueblo de las doce tribus, que ahora se convierte en un pueblo universal, en su Iglesia.   Con su propia existencia, los Doce -procedentes de diferentes lugares- se convierten en una señal para que todo Israel se convierta y se una a la nueva alianza, como pleno y perfecto cumplimiento de la antigua. El hecho de confiarles en la cena, antes de la Pasión, la tarea de celebrar su conmemoración, muestra cómo Jesús quiso transferir a toda la comunidad en la persona de sus cabecillas el mandato de ser, en la historia, señal e instrumento del encuentro escatológico iniciado con él. En cierto sentido se podría decir que la Última Cena es el acto fundacional de la Iglesia, porque Él se entrega a sí mismo y crea de este modo una comunidad nueva, una comunidad unida en la comunión consigo mismo. Esto así, se entiende por qué el Resucitado les confiere - con la efusión del Espíritu- el poder de perdonar los pecados. Los doce apóstoles se convierten en la señal más evidente de la voluntad de Jesús en lo relacionado con la existencia y con la misión de su Iglesia, la garantía de que entre Cristo y la Iglesia no hay ninguna oposición: son inseparables, a pesar de los pecados de los hombres que integran la Iglesia. Es, por tanto, completamente contrario a la intención de Cristo el eslogan que estuvo de moda hace algunos años: "Jesús sí, Iglesia no". Este Jesús individualista es un Jesús de mentira. No podemos entender a Jesús sin la realidad que Él creó y a través de la cual se comunica. Entre el Hijo de Dios hecho carne y su Iglesia hay una profunda, irrompible y misteriosa continuidad, por cuya fuerza Cristo está presente hoy en su pueblo. Es contemporáneo nuestro, es contemporáneo a través de la Iglesia construida sobre los cimientos de los apóstoles, está vivo en la herencia de los apóstoles. Y esta presencia suya en la comunidad, en la cual Él mismo se entrega a nosotros, es motivo de gozo. Sí, Cristo está con nosotros, el reino de Cristo ha llegado. (Audiencia general, 15 de marzo de 2006, plaza de San Pedro)."

Podrán encontrar la vida de todos los Apóstoles, en la sección Páginas o bien uno a uno de cada uno de ellos en cada entrada.

Las imagenes de cada uno de los Apóstoles no pertenecen al Libro de Benedicto XVI acerca de la vida de LOS DOCE.

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