Santa Lucía
El juicio de Santa Lucía
Pintura del maestro Lorenzo Lotto
Conmemoracíon: 13 de diciembre
Lucía, nació en Siracusa, de padres acomodados y nobles. Educada en la fe cristiana, Lucía desde niña había experimentado un profundo amor por Cristo, consagrándose a Él y asumiendo el voto de la virginidad con la esperanza de llegar a los esponsales con aquél que era fuente de su más inmenso amor: Cristo.
Muerto su padre, Lucía queda junto a su madre. Su madre de nombre Eutiquía, estaba enferma. Y llegada la edad prometió a su hija a un joven pagano. Lucía desespera frente a esta situación, pero su fe y confianza es mas grande que su desesperación. Ella confía en Dios y espera en Él su rescate.
Así es como Lucía, pide a su madre que vayan a la tumba de otra santa: Águeda de Catania, y le ruega a su madre que si estando en la presencia de la tumba de Santa Águeda ella se cura, la liberara del compromiso que había asumido de casarla con ese joven. Así lo hizo la madre cuenta la tradición.
Pero no sería tan fácil sortear el compromiso asumido. El joven no acepta la ruptura y la denuncia ante el procónsul de la época Pascacio de ser cristiana. Eran tiempos del Emperador Diocleciano.
Lucía sabía lo que esto significaba. Pero su confianza y amor a Cristo eran más fuerte que todo lo que pudiera estar sucediendo. Y con esa confianza, habiendo perdido sus ojos al entregárselos al que era su prometido, cuando se enfrenta ante el Tribunal que ha de juzgarla, Lucía "ve" todo cuanto hay a su alrededor.
Se la representa sosteniendo una bandeja de plata donde están colocados sus dos ojos, símbolo de la entrega que dio a su prometido al saber que lo que éste más admiraba en ella eran sus ojos, pidiéndole que luego de dárselos, le permitiera consagrar su vida a Dios.
Desde entonces, Lucía, cuyo nombre significa "portadora de Luz", es considerada patrona de los que no ven, entre otros patronazgos que luego se han ido asumiendo.
Pero quiero detenerme en su nombre y lo que sucedió en el Tribunal donde compareció. Lucía: portadora de Luz. Su amor y la gran capacidad de recepción del amor de Cristo en ella, la hicieron ser portadora de esa Luz. Lucía en sí misma portaba la Luz del amor de sus amores. Tal como en el Cantar de los Cantares, la esposa busca a su amado, Lucía comprende y sigue desde muy niña el llamado que experimenta de Dios.
Y su entrega no puede en ella ser a medias, su entrega es total y lo demuestra en la confianza plena que siente hacia Dios.
Así es que Dios haciendo un nuevo signo a través de ella, permite que vea aún sin los ojos del cuerpo humano. Lucía ve, a través, de los ojos del amor de Cristo. Y esto impacta a los presentes.
Hoy Lucía nos lleva a replantearnos nuestra manera de ver. Hoy nos quiere llevar a "ver" con los ojos de la Confianza depositada en el inmenso amor de Cristo.
En un mundo tan confundido, dónde nos es tan fácil equivocar los signos del amor, Lucía, nos lleva a través de los ojos de Cristo a ver y experimentar el Verdadero Amor del Padre.
Ella expresa en las dificultades de vivir el llamado de Cristo, una rebeldía sana. No violenta. Aún cuando ella saca sus ojos humanos, en una época muy distinta pero sin embargo parecida a la de hoy, donde somos juzgados por un mundo que no entiende el amor de Dios y castiga al que lo vive, no es en un acto de violencia, sino de la más absoluta confianza. Sabe del Amor de Dios hacia ella y confía en que verá a través de los ojos de aquél al que ama con todo su ser: Cristo. Su mirar será nuevo y todos podrán participar de su fe.
ORACIÓN A SANTA LUCÍA
El entierro de Santa Lucía
Pintura del maestro Caravaggio
Al amor de los amores, por quién tu vista entregaste para que por Él pudieran ver los que no ven, te rogamos nos enseñes a abrir nuestro corazón, capaz de llegar a tal grado de confianza, de desear ver cuanto nos rodea no con nuestros ojos limitados, aprendiendo a ver con los ojos del amor infinito de Cristo. Que ese nuevo mirar nos lleve a esta humanidad a "ver" en los signos de cada día el amor infinito de Dios hacia todas sus criaturas, siendo co-partícipes con Él de crear un mundo en el que su Reino de Amor sea capaz de derribar las fronteras de la segregación, el racismo, la esclavitud, el odio, la perversidad, en definitiva la falta de vivir el amor de Dios. Por tu intercesión te rogamos, que Dios haga en nosotros lo que en ti nació desde lo más profundo de tu corazón. Amén.
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